[Tras la Verdad] “Purificando la vida pública”

“Purificando la vida pública”, fue una de las frases del Presidente de la República, en su primer mensaje del año, difundido desde Palenque, Chiapas, utilizando las redes sociales como vehículo de comunicación.

López Obrador continuará con su campaña mediática, haciendo política; no desaprovecha la más mínima oportunidad para hacerlo. Habría que resaltar su empecinamiento por seguir mintiendo sobre los supuestos logros de su gobierno. Además, no deja de seguir dividiendo a los mexicanos por medio de la insidia; tuvo que aclarar, en ese su primer mensaje, lo siguiente: que lo dirigía a todos; sin importar “corrientes de pensamiento ni religión”.

¿Por qué hacer distingos entre corrientes de pensamiento y religiones? Simplemente debió dirigirse a los mexicanos y ya; no diferenciar, ni mencionar características, sin calificaciones; pretendió sumar a todos, mas lo único que logra es señalar cuáles son sus prejuicios, precisamente su religión y su corriente política que lo diferencia de la mayoría de los mexicanos. Así es Andrés Manuel López Obrador, conflictivo y pendenciero.

También Andrés Manuel aseguró haber “acabado con la corrupción”. Se trata de otra de sus falacias, de sus fantasías. Por supuesto que no es mala la idea de combatir y abatir la corrupción en todas las esferas de la sociedad; pero, de ahí a terminar con la corrupción por simple “decreto presidencial”, resulta demencial. Mas, por tratarse de una de sus frases predilectas durante su campaña política que duró más de 12 años y reiterar hasta el cansancio en todo momento en su primer año de gobierno, precisa que los mexicanos crean que él logró eliminar la corrupción; ese mal no se ve, no se presenta, no se formaliza; es más, la corrupción se disimula, se camuflajea, se niega, pero está presente.

Y el ejemplo más claro de su cristalina presencia, lo demuestran varios actos del gobierno de la 4T, como fue la compra de “pipas” en los EU, para resolver el problema del desabasto de gasolina creado por el mismo Presidente de la República, no hubo licitación alguna y gastaron más de 90 millones de dólares en un abrir y cerrar de ojos; el problema no lo resolvieron. ¡Eso es corrupción! Las “compras consolidadas” millonarias para conseguir supuestos ahorros al erario, quedaron en manos de la que fuera oficial mayor de la Secretaría de Hacienda; eso también es corrupción, no hubo licitación alguna, fueron asignaciones directas o participaciones restringidas, miles de millones de pesos bajo la decisión de una sola persona.

¿Ahorros? Esos los inventa López Obrador. La arbitraria cancelación de la construcción del aeropuerto de Texcoco que ocasionó pérdidas al gobierno federal (al contribuyente) por más de 100 mil millones de pesos, eso es corrupción; la voluntariosa decisión de construir un aeropuerto alterno en otro lugar, utilizando las instalaciones del aeropuerto militar de la Secretaría de la Densa Nacional, eso se llama corrupción. ¿Esconder el expediente técnico de la construcción por seguridad nacional? ¡Eso se llama corrupción!

Pero para el presidente López Obrador ya no hay corrupción, él ya la eliminó. ¿Acaso ahora la corrupción es patente presidencial? De acuerdo a la tesis presidencial, ya institucionalizada la corrupción por el Presidente, deja de existir; los otros ya no la practican, solo la decisión de López Obrador puede eliminar ese concepto.

Cuando el Presidente dio instrucciones al secretario de Educación, por medio de un memorándum, para no cumplir con la Constitución, en materia educativa; eso fue corrupción y se llama corrupción, además cometió delito, reconocimiento de culpabilidad. Pero, para el Presidente eso no existe. Así de volátil y torcido es el criterio, pensamiento filosófico de Andrés Manuel. Así que, oficialmente, sigue existiendo la corrupción, ya institucionalizada desde la Presidencia de la República, aunque López Obrador diga que ya la eliminó, quedó proscrita. Los actos de corrupción hablan por sí solos.

Así parte del texto en redes sociales: "El 2019 está por terminar, no fue un mal año, tenemos que decir que avanzamos, inició la transformación de la vida pública de nuestro país, puedo asegurar que se acabó con la corrupción, sobre todo arriba estamos limpiando de corrupción, como se limpia las escaleras 'de arriba para abajo', no hay impunidad, la economía se mantuvo estable, se fortaleció el peso, no hay inflación, aumentaron los salarios mínimos como no había sucedido en 40 años, y hay bienestar en nuestro pueblo, sobre todo hay desarrollo, no solo crecimiento económico". ¿Hay bienestar en nuestro pueblo? ¿Cuál bienestar? No hubo crecimiento en los empleos, estos decrecieron; y las inversiones públicas y privadas se vinieron abajo; el PIB por debajo del 0%. No cabe duda que la visión presidencial de las cosas es más que errónea y equívoca, es fantasiosa, propia de una mente que sufre esquizofrenia. ¿Crecimiento económico? ¡Por favor! Nadie en sus “cabales” puede dar crédito a la mentirosa afirmación.

Otra parte del mensaje grabado por el Presidente: "Tengo mucha confianza que vamos a ir apaciguando, vamos a ir serenando a nuestro país, porque no se permite la corrupción, porque se están atendiendo las causas que originan la inseguridad y violencia en México, tiene que haber progreso y justicia, tiene que haber bienestar para la gente, empleos, se tienen que atender a jóvenes como lo estamos haciendo".

No cabe duda que si de buenas intenciones se trata, le asiste la razón a López Obrador. Mas el ejercicio del gobierno no se trata de buenas intenciones, se obligación entregar buenos resultados de acuerdo a las políticas públicas que se implementan. El año 2019 que concluyó fue el más sangriento de que se tenga historia; violento, superando los 35 mil homicidios. La política oficial del gobierno de la 4T para acabar con la violencia, basada en “abrazos y no balazos”, ha sido todo un fracaso reconocido nacional e internacionalmente. Una afrenta lo evidenció, fue lo que hizo en Culiacán, Sinaloa; dejar en libertad a un delincuente, violentando la ley, considerado como uno de los más peligrosos a nivel internacional, esa decisión no tiene nombre; el haber ordenado la libertad de Ovidio Guzmán, ofendió a todo México. Se doblegó ante la delincuencia que no cede un ápice. El pretexto que inventó López Obrador, como justificación para liberar ilegalmente al delincuente, demostró su incapacidad para gobernar y enfrentar el “cáncer de la corrupción”.

El Presidente seguirá mintiendo al pueblo de México, mediatizando su discurso hasta hacer creer que dice la verdad, cuando la realidad es otra. Así dio inicio Andrés Manuel López Obrador, el año 2020, año en que inician los preparativos para las elecciones del 2021. El Presidente seguirá privilegiando la mentira, mientras el país se sigue desangrando, se desmorona, la economía no crece, los caprichos se imponen.







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