Las campañas de este 2021 son históricas porque tanto los electores como los partidos políticos, sus candidatos, enfrentan una nueva realidad social, política y económica marcada por la pandemia, por la crisis sanitaria, por un lado, y por la amplia pero pobre oferta electoral para Querétaro, por otro lado.

Las campañas pasarán a la historia porque la estrategia electoral migrará a dos escenarios: la intensa presencia de los candidatos en redes sociales, y la compra del voto.

La ruta de las campañas, de los protagonistas, de los candidatos, se enfrentan a la dispersión del voto.

La ciudadanía, los electores vamos a una contienda que causa confusión: 11 partidos ofertan sus candidatos a las 435 posiciones que se juegan: la elección de gobernador, de los 18 ayuntamientos, 25 diputaciones locales y 5 federales.

La oferta electoral de los partidos, aunque amplia, es pobre.

Por ejemplo, para ser realistas, la contienda a gobernador se dará entre 4 protagonistas: Mauricio Kuri, del PAN; Celia Maya, de Morena; Miguel Nava Alvarado, de Redes Sociales Progresistas, y Abigail Arredondo Ramos, del PRI.

Es verdad que el PRD, PVEM, Fuerza México y otros tienen candidatos o candidata, pero no figurarán.

Otro ejemplo es la elección de presidente municipal en Querétaro, la llamada “Joya de la Corona”, donde nuevamente el PAN, con Luis Bernardo Nava; el PRI, con María Alemán; Morena, que aún no decide, pero su marca pesa; Redes Sociales Progresistas, con Carlos Rentería, y se suman el Verde y Movimiento Ciudadano, con Adolfo Ríos.

Entonces, la elección se vuelve dispersa, no competitiva, sino dispersa y eso obligará a los partidos a tener que asegurar el voto, y solo ven una forma: comprándolo.

Por otra parte, el Instituto Electoral de Querétaro aprobó el acuerdo para el financiamiento público de partidos políticos orientado a actividades ordinarias, específicas, gastos de campaña y, en su caso, para candidaturas independientes durante 2021.

Para las campañas electorales, los topes de gastos serán de 38 millones 404 mil 190.19 pesos para la gubernatura, 2 millones 560 mil 279.34 pesos para las diputaciones locales y va de los 235 mil 689.62 pesos para los municipios pequeños en electores como San Joaquín a 26 millones 132 mil 483.57 pesos para el municipio de Querétaro.

Pero eso es solamente un tope de campaña que, primero, los partidos pequeños ni siquiera tienen para gastarlo, y los grandes lo rebasarán y se gastarán por lo menos 4 veces ese tope; el de gobernador, por ejemplo, la cifra puede ser hasta 5 veces mayor al tope de campaña.

El gasto lo realizarán ya no en la organización de mítines, de grandes concentraciones en desayunos y comidas, o de regalos de utilitarios: gorras, llaveros, cubetas, tortas, etc. Ahora el gasto lo destinarán a un solo objetivo: la movilización de sus cautivos el día de la elección, de los electores a quienes les comprarán el voto.

Descaradamente, el voto deja de ser un mecanismo de decisión de los ciudadanos, de los electores, y pasa a ser mercancía que se compra, y su precio estará regulado por la oferta y la demanda que hagan los partidos políticos.

Es este sentido, el PAN y el PRI llevan ventaja, no solo por su poder económico; Morena también tiene recursos económicos y muchos, no, lleva ventaja por su experiencia de marcarle la ruta al voto en torno a un valor monetario.

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