[Tras la Verdad] ¿Aguantará la tentación López Obrador?

Las distintas leyes penales, locales y federal, siempre han contemplado, entre otras, el tipo delictivo de sabotaje, pero normalmente es letra muerta, solo está de adorno, es más intimidatoria, pero no se aplica.

Desde hace mucho hemos visto como grupos subversivos, anarquistas, violentos, o delincuentes comunes y organizados (huachicoleros entre otros), cierran calles (Lopez Obrador bloqueó y cerró con campamento la avenida Reforma en la CdMx), tomas de autopistas, quemaron incluso la Puerta de Palacio Nacional, sabotean redes de abastecimiento de combustible, destruyen bienes nacionales o de terceros, bloquean vías del ferrocarril y causan daños patrimoniales de miles de millones de pesos, toman casetas y cobran ellos los peajes, incluso secuestran a legisladores y no les permiten trabajar; el común denominador: no pasa nada.

Los gobernantes los toleran, y si osan procesarlos, vuelven a la cargada los delincuentes hasta lograr la libertad de los delincuentes, abrazando banderas políticas “pacifistas” del uso de la libertad de manifestación, que de políticas nada tienen. Y si acaso fueron procesados, el gobierno los indulta por ser presos políticos. Incluso, como el gobierno de la 4T, sienta en la mesa a los delincuentes y come junto con ellos, acuerda con ellos, como ahora lo hace con el sector magisterial más radical y violento: la CNTE. Agrupación política caracterizada por sus métodos de lucha violenta, así está en sus estatutos. Ahora mismo acuerdan la redacción de las leyes secundarias de la reforma constitucional en materia educativa, para recuperar los privilegios.

Esos grupos violentos que, curiosamente, hoy en día están agazapados frente al gobierno de izquierda que encabeza Andrés Manuel López Obrador. Quién no recuerda los violentos enfrentamientos de esos grupos embozados, que se daban constantemente con la policía, la fuerza pública siempre salía perdiendo, incluso muertes de ellos a causa de los enfrentamientos, mas no se podía tocar a los delincuentes, la reacción se volvía más violenta y cuando algunos de sus miembros era detenido por las fuerzas del orden policía, en pocos días obtenían su libertad. Esas manifestaciones violentas hoy parecen haber desaparecido. Conclusión, quienes hoy gobiernan orquestaban esos movimientos.

Los violentos hoy están gobernando, así que cualquier cosa se puede esperar de ellos. Por eso ahora el gobierno de la 4T y sus “emojis” amenazan con aplicar esas leyes muertas y volverlas más drásticas con penas mayores, como es en el caso del estado de Tabasco, donde fue reformado el Código Penal en la figura del sabotaje y el mismo López Obrador, en presencia del gobernador, escuchó el discurso amenazante de imponer la ley a todo aquel que se oponga a los proyectos y las obras encaminadas del gobierno federal.

El 1º de agosto entra en vigor y, en este caso, no es inconstitucional. Esas normas ya existían cuando el mismo Presidente de la República, entonces agitador profesional en su natal estado, incitaba a sus seguidores a impedir la perforación de más pozos petroleros en ese lugar, de impedir por medio de la violencia el crecimiento de Pemex; hoy contrasta con aquellos no tan añejos discursos que hoy, incluso, vuelven a surgir en las redes sociales para recordar lo que entonces hacía Andrés Manuel López Obrador, a los gobiernos que él llama neoliberales. Ese doble discurso presidencial que hoy apoya en diametralmente opuesto; antes, violencia sin castigo, hoy castigo a esa violencia que él promovía; intimidante el actuar de los dos gobiernos, el federal y el estatal. ¿Cómo confiar ante el doble discurso?

No estoy de acuerdo con los delincuentes que incurren en el delito de sabotaje (como lo han hecho infinidad de ocasiones esos grupos radicales que hoy gobiernan o cogobiernan), por supuesto que no. Tampoco en cualquiera otra manifestación de violencia que se tipifique en el Código Penal, para eso está el orden penal, para sancionar a quienes rompen la armonía social; esos violentos deben ser castigados y sometidos al imperio de la ley.

Lo contrastante e incomprensible de Andrés Manuel López Obrador es que esa forma de actuar fue su brazo violento en sus “luchas sociales” y hoy pide que no se ejerza la misma violencia que él ocasionó durante muchos años; sus ideales de pronto cambiaron.

El Presidente fue un luchador social violento y hoy reclama paz para poder gobernar. Ese contraste en su actuar es aterrador y ensombrecedor. En cualquier momento hará uso de la fuerza pública para reprimir, hará aquello que dice que no realizará, pero la realidad lo desmiente y lo confronta con sus propias mentiras. Sus métodos de lucha, antes legales y legítimos para él, hoy deben ser considerados como ilegales e ilegítimos, deben ser castigados para que pueda gobernar a sus “anchas”.

Por eso las amenazas y el incremento de penas privativas de libertad, no está dispuesto a dialogar ante los evidentes atropellos que está causando a las leyes y a la naturaleza misma al destruir zonas de reserva ecológicas enormes por la realización de sus proyectos personales, que no sociales; ya los pueblos originarios del Sur y miembros del Ejército Zapatista, amenazaron que en esa zona no permitirán la construcción del tren Maya, el sabio pueblo le ha respondió.

Otros más lo están haciendo por medio de la ley, sean juicios de amparo u otras vías legales, eso ha impedido, por lo pronto, la continuación de algunas obras del atropellado gobierno de la 4T; eso tampoco le satisface al falaz Presidente, acusa de contubernio a las autoridades judiciales con los “corruptos” que impiden la realización de sus obras insignes y multimillonarias, como el aeropuerto que nación muerto, la infraestructura del tren Maya y la refinería de Dos Bocas, en Tabasco, allá donde el mismo López Obrador impidió la perforación de más pozos.

Ante las contradicciones, ineptitudes y mentiras presidenciales, todo puede suceder. El gobierno de Andrés Manuel López Obrador, es y será el responsable de todo lo que suceda en el país, él así lo afirmaba cuando no gobernaba, siempre acusó a Fox, Calderón y a Peña de ser los responsables de todo lo malo. Hoy echa culpas a todos y no se hace responsable de nada. Olvida que fue electo para resolver los problemas, no para estarse quejando de las dificultades, por y para eso cobra tanto como Presidente de la República, para atenderlos, no para sentarse a llorar sus impotencias.

La tentación del uso de la fuerza del Estado en contra de movilizaciones sociales es manifiesta. ¿Aguantará la tentación el Presidente? Por lo pronto, López Obrador, el mayor agitador de movimientos violentos de la historia reciente, ya enfila sus baterías de la represión, amenazantemente adecúa las leyes para castigar con mayor energía a todo aquel que se oponga a la realización de sus obras.

Mientras eso sucede, el país se desangra, la violencia continúa creciendo y el gobierno de la 4T, no encuentra la manera de enfrentarla, de disminuirla; incompetencia manifiesta en materia de seguridad pública. Ha mostrado mucho más su interés por las obras públicas de su gobierno, que por la seguridad pública de la población entera. Los delincuentes han dado rienda suelta ante la disimulada ineptitud y torpe incapacidad para gobernar a un país que exige a gritos paz y seguridad, no obras de relumbrón.

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