[Me Lleva el Diablo] AMLO en el Zócalo; tres años sentando las bases de ruptura con el pasado reciente

El presidente López Obrador invita a celebrar hoy 1 de diciembre su tercer aniversario de gobierno en el lugar de sus grandes presentaciones masivas, el Zócalo.

Parece que son tres años en los que ha sentado las bases para su proyecto de ruptura con el pasado reciente

Loco de contento con su cargamento convoca AMLO, y cómo no, si de acuerdo con las mediciones que presentó Consulta Mitofsky durante la última semana, el jefe del Ejecutivo federal mantiene un promedio de aprobación de 65.9%, el más alto en los últimos 31 meses.

Sin embargo, esa popularidad no es pretexto para que no presentemos algunos datos, resultados o una mirada a la situación del país, a la que Querétaro no es ajeno. En Querétaro no goza de esa gran popularidad, solo lo aprueba el 47 por ciento de los encuestados.

Aclarando que los datos, las mediciones o situación político-económica actual son resultado de varios sexenios, no solo de este último, y tal vez por eso, solo por eso, AMLO es un presidente popular.

Dejando de lado los falsos cuestionamientos a la convocatoria por el “peligro” del contagio, porque en ningún estado se respetan las medidas sanitarias; tan solo aquí en Querétaro los días 3 y 4 de este mes turismo estatal promueve conciertos, bailes desde banda hasta pop en el estadio Olímpico municipal.

Pasemos a los esencial: estamos de acuerdo en que México debe ser un país rico, porque tenemos todo para serlo: somos la décimo quinta economía más grande del mundo y el décimo primer país con el mercado potencial más extenso.

De acuerdo con cifras del sector público y privado, somos el primer socio comercial de la principal potencia económica global, con una exportación de 742 millones de dólares diarios a Estados Unidos; la industria en Querétaro depende casi totalmente de los Estados Unidos.

Por si lo anterior fuera poco, el mexicano es muy trabajador: el 77% de nuestra gente está en edad productiva y somos el país de la OCDE que más horas labora, solo superados por Colombia.

Es verdad que nuestro país es geográfica, demográfica y culturalmente privilegiado, remember el llamado “cuerno de la abundancia”

Sin embargo, los mexicanos no vivimos tan bien como deberíamos. Y con ello no me refiero solo a que en el país haya mucha pobreza, que la hay y Querétaro no es la excepción, sino a que lo peor es que una gran mayoría de personas que trabajan –trabajamos– tiempo completo, que tienen títulos universitarios o que son dueños de un negocio viven en condiciones precarias con demasiada frecuencia.

Llegamos a mitad de sexenio con una inflación galopante del 7 por ciento, más del doble de lo pronosticado; y con la inseguridad imparable.

Así, en México –datos oficiales– dos de cada cinco personas que trabajan tiempo completo no tienen un sueldo que les permita satisfacer las necesidades básicas de su familia, y el 21% de quienes tienen una licenciatura viven en pobreza.

Y más si se titularon de periodismo o comunicación, ahí ni óomo defendernos.

No solo eso: cada año, en el país se crean 29 mil “empresarios precarios” nuevos –la moda del emprendedor del luchón–, es decir, dueños de negocios que no ganan lo suficiente ni para terminar la quincena.

El nivel de vida es bajo incluso entre las personas que técnicamente no son consideradas pobres.

El 18% de ellas no tiene acceso a un hospital público o a un seguro de gastos médicos si se enferma, e increíblemente, el 10% reporta pasar hambre y comer menos de lo necesario.

Así llegamos al tercer año de la tercera alternancia en el Gobierno de la República, y claro que las cifras no son el resultado solo de tres años, no, pero bueno.

No es normal que los mexicanos no vivamos mejor de lo que vivimos, porque todo el mundo concuerda en que los mexicanos, los queretanos, deberíamos tener un país, un estado, de mejores resultados. Uno con un mejor nivel de vida para sus trabajadores, una mayor tasa de crecimiento para sus empresas y menos pobreza.

El gran enigma que supone que nuestro país no sea más próspero, aun con sus excelentes indicadores macroeconómicos y comerciales que seguramente presentará AMLO en el Zócalo capitalino, es porque México es un país de esfuerzos mal recompensados.

Nuestro país es tan inusualmente precario que desde antes de la pandemia, éramos el único del Continente americano que había visto reducir su expectativa de vida en los últimos 15 años.

La situación de nuestro país no refleja nuestro potencial, ni tampoco nuestros valores, porque México es un país con una ciudadanía que tiene el valor de ser generosa: de la Revolución Mexicana al movimiento zapatista, del Tlatelolco del 68 a las marchas feministas de 2021, la historia de nuestro país es la historia de un clamor por darle oportunidad a los que no la tienen y una constante lucha por ella. De las comunidades indígenas, de las madres buscadoras, del “ni una más”, del apoyo desbocado hacia quien sea y donde sea en cada huracán.

México tiene un ferviente deseo de crecer para todos. Sin embargo, no tenemos el país que queremos. Tenemos un abismo entre los sueños, deseos y valores del mexicano promedio y la forma cotidiana en la que vivimos.

La principal razón por la que México no ha podido darle más a su gente, a pesar de tener el potencial para hacerlo, es que está construido sobre una gran cantidad de reglas políticas y regulaciones que benefician a quienes tienen más dinero, a las empresas más grandes y quienes han heredado el poder.

En los últimos dos años –a pesar de los esfuerzos de AMLO, con sus cuestionamientos sin duda–, la fortuna de las 13 personas más ricas del país aumentó en 33.1 mil millones de dólares, al tiempo en que 5.4 millones de personas cayeron en pobreza laboral.

Y esos 5.4 millones de personas son las que y trabajan para esas 13 personas más ricas.

Todo en nuestro país es distinto cuando se es rico, incluso la calidad de los servicios públicos a los que se accede. Por ejemplo, con información real, al tiempo en el que Carlos Slim, el hombre más rico de México, se atendió por Covid-19 en un hospital público, obvio, sin contrariedad para encontrar cama, el 46% de los pacientes de ese mismo hospital murió por falta de acceso a equipo médico básico.

Un acto de simulación populista, socialista, comunista, póngale el nombre que quiera, de un hombre capitalista.

Esto no es normal, no debería serlo, pero lo es; lo normalizamos porque así son las reglas. Todavía le quedan tres años a AMLO, a ver qué pasa porque queda en claro que en estos primeros tres años ha sentado las bases para su proyecto de ruptura con el pasado reciente.







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