[Tras la Verdad] Una buena... y otra, regular

La buena

Por fin, después de poco más de tres años de negociaciones, lograron ponerse de acuerdo los representantes de los países que conforman el T-MEC, con algunos ajustes al tratado firmado el noviembre del año pasado, por el entonces presidente Enrique Peña Nieto.

Canadá, México y Estados Unidos destrabaron temas sobre los cuales legisladores demócratas estadounidenses presionaron para hacer algunos cambios a varios artículos del Tratado. Nancy Pelosi, líder de los demócratas en la Cámara Baja o de Representantes, se alza con el triunfo. No permitió que ninguno de los presidentes se quedara con el éxito de la aprobación. A grado tal que el mismo López Obrador “le suplicó” a Pelosi que aprobaran las modificaciones, anunció que su petición la haría por escrito. A su vez, la misma legisladora apretó a Donald Trump con lo del juicio político que enfrentará próximamente, por aquello del abuso de poder (ojalá hicieran lo mismo con López Obrador), para que tampoco este se alzara con el triunfo de la aprobación en los ajustes al documento que firmaron en año pasado. Los norteamericanos, los demócratas en concreto, frenaron la pronta firma del tratado. Una vez que Pelosi logró los cambios, anunció que ellos pronto lo aprobarán. Golpe político certero.

A fuerza de reconocer, México no aceptó varias propuestas leoninas, abusivas, que pretendían los norteamericanos. Como la presunta acción de inspección por parte de los estadounidenses, a empresas mexicanas, para constatar que se cumplieran las condiciones del T-MEC; o varios castigos a México, más prontos que expeditos, por faltas o bloquear exportaciones mexicanas por cometer presuntas violaciones al Tratado. Eso y algo más no aceptó México.

Por supuesto, habría de reconocer, fueron mecanismos de presión, como en toda negociación que aplicaron los estadounidenses, México no las aceptó, aguantó la presión, aquellos desistieron de su perversa intención. Moisés Kalach, líder de los del “cuarto de al lado”, operador del Consejo Coordinador Empresarial, adelantó que ya no habría cambios, solo esperarían las aprobaciones de los respectivos Congresos. Así las cosas, lo que iniciaron las autoridades de los 3 gobiernos hace aproximadamente 3 años y medio, está muy cerca su conclusión, dará mayor certeza a los inversionistas de los países contratantes y podrá reactivar las economías de los tres países.

En México, las cosas no podrán prosperar de inmediato hasta en tanto el Presidente de México, no muestre certeza jurídica en la relación de aquellas inversiones en las que sea parte, por aquello de los incumplimientos sin razón alguna; sumado a tal incertidumbre, otro aspecto fundamental que el gobierno lopista no ha podido controlar, mucho menos reducir: la escandalosa inseguridad pública.

Una política del Banco Interamericano de Desarrollo para promover las inversiones es que haya seguridad pública en los países en los que se invierte dinero; en tanto las cosas continúen como hasta ahora, no habrá crecimiento económico y las inversiones continuarán estancadas, consecuentemente tampoco habrá creación de empleos. Un círculo vicioso que produce estancamiento, retrae los mercados, círculo que no ha podido o no ha querido romper el gobierno de la 4T.

Conclusión, Ni López Obrador ni Trump se alzaron con el triunfo político, al lograr la firma de las modificaciones al T-MEC. Quien logró el éxito fue Nancy Pelosi, lideresa de los legisladores demócratas de la Cámara baja; le sigue el juicio político en contra del Donald Trump. Además está inmerso el juego de la elección presidencial para el año próximo en los EUA, un papel importante que también jugó en las negociaciones del Tratado. Hasta aquí la buena.

La regular

Se trató de la detención de Genaro Luna García, quien fuera secretario de Seguridad Pública en el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa. Ingeniero de profesión. Detención que se llevó a cabo en el país vecino de los EU.

Pesan sobre el exfuncionario varios cargos de tipo penal, según ha trascendido; conspiración, tráfico de cocaína y declaraciones falsas. Todo, dicen, relacionado con Joaquín Guzmán Loera, conocido como “El Chapo Guzmán”.

Según la apreciación de algunos “exagerados” periodistas, advirtieron que la detención opacó la firma del T-MEC. Por supuesto no tienen fundamento alguno, los traiciona el “amarillismo”. Otros, los perversos, advierten que es un paso para después irse contra Felipe Calderón Hinojosa, por aquello de ser un verdadero dolor de cabeza para López Obrador, sumado a la inminente creación del partido político que promueve su esposa Margarita Zavala, y el mismo Calderón. Otra calentura más de los truculentos “amarillistas”. Estos adivinos del oráculo adelantan que tratan de contener la ola zava-calderonista, ola que restará muchos votos a Morena; seguramente será una oposición muy incómoda para las aspiraciones de López Obrador.

En esto último les concedo la razón, representan un frente político, con Calderón a la cabeza, que causa “jaqueca” a López y sus huestes. La confrontación mediática entre el presidente y el expresidente en redes sociales es abierta y clara; cada vez que Andrés Manuel López Obrador lanza acusaciones (como acostumbra) sin comprobar en contra de Calderón, este de inmediato le revira y lo confronta, no deja pasar una; no lo hace la oposición; Calderón le argumenta; ante esta situación, regularmente López no responde, no hay réplica; solo provoca: “se lleva y no se aguanta”, dirían los pequeños. Por esa razón, coligen las huestes lopistas, opositores a Calderón, que la detención de Genaro Luna es una advertencia para Felipe Calderón. Nada más alejado de la verdad. Así la buena y la regular.

Si fuesen verdades tales “calenturas”, seguramente quien debiera poner “sus barbas a remojar” sería el mismo Andrés Manuel López Obrador. Solo por mencionar dos casos que han irritado a los norteamericanos y a los mexicanos.

Primero. La perversa protección a los grupos de la delincuencia organizada, a quienes el Presidente ofreció paz, abrazos y no balazos; López Obrador lo ha confirmado en múltiples ocasiones, ha dicho que su gobierno no le haría la “guerra” a la delincuencia organizada. En otras palabras, significa “patente de corso para delinquir”. A un año de gobierno lopista las pruebas son claras, evidentes, nada en contra de la delincuencia organizada, lo que ha disparado la comisión de hechos delictivos, casi 40 mil asesinatos en el primer año, otros tantos delitos de extorsiones, robos, secuestros, etcétera. Aumentó el tráfico de estupefacientes hacia los EU, consecuencia de la “tregua” para los traficantes.

Segundo ejemplo. El emblemático e inaudito caso que por siempre perseguirá a López Obrador: la liberación de Ovidio Guzmán. Olvidan los defensores del Presidente que a razón de una orden de aprehensión girada por una autoridad estadounidense, autoridades mexicanas cumplimentaron la orden; una vez ejecutada la aprehensión, procedía extraditarlo de inmediato a los EU. Pero no, por orden presidencial dejaron en libertad al hijo de quien, curiosamente, acusa a Genaro García Luna. A fin de cuentas, este personaje tendrá toda la oportunidad de defenderse, posee los recursos económicos para ello. Mas nada que ver con Felipe Calderón, a quien, todo indica, le quieren poner freno ante el temor político que embarga a los seguidores de López Obrador, saben bien que es el único quien, de “tú a tú”, le ha respondido al Presidente de la República, y, al paso que va, competirá en las próximas elecciones.

Advierten el peligro político que les representa, dado que la timorata oposición hasta ahora duerme en sus laureles. La intimidación no mellará el ímpetu que siempre ha caracterizado a Felipe Calderón; en cambio, López Obrador, pronto se desgasta políticamente, su popularidad va en picada, de ahí que busca una bocanada de oxigeno puro, con el amañado proceso que llevará a cabo en 2021, por aquello de la revocación de mandato; le urge aparecer nuevamente en las boletas electorales, seguramente abusará del poder presidencial para catapultarse por medio de una campaña intensiva, más de la que a diario lleva a cabo.

En síntesis, nada que preocupe a Felipe Calderón con la detención de Genaro Luna. Bien por los negociadores de los tres países, pronto habrá T-MEC.







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