El Presidente de la República y su equipo de trabajo son selectivos, con bisturí saben dónde meter mano para extirpar la supuesta suciedad; mas en el intento siempre salen “embarrados”. Poco a poco han ido doblegando al personal del Poder Judicial para lograr el control de resoluciones que les son adversas. Veamos.

Abren cuentas bancarias de manera ilegal del ministro Eduardo Medina Mora, le congelan cuentas y lo obligan a renunciar. Una vez que ha renunciado, descongelan cuatro cuentas bancarias. ¿Algo inusitado? Por supuesto que sí. Inobservancia de la Constitución. La renuncia solo es por “causa grave”, el exministro no justifica la causa grave en el documento de mérito. Todos, todos se hacen tontos y aceptan la renuncia a pesar de no cumplir con el rigor de la Constitución. El Presidente, acostumbrado a no cumplir con la ley, celebra la salida del corrupto exministro, acepta la renuncia y se presta a enviar la terna a la Cámara de Senadores para sustituir al “delincuente”.

Los senadores, responsables de aprobar al candidato de la terna que propondrá López Obrador, sin mayor escudriño y sin que exista causa para demostrar la “causa grave”, sencillamente le dan trámite y aceptan la renuncia, con el vago argumento de de ser decisión personal. Medina Mora se resiste y no acude al Senado a justificar la causa grave. ¿Qué no debe existir la causa grave para renunciar?

Total, el cochinero que tanto criticó Andrés Manuel López Obrador, ahora corre a su cargo la organización y no la limpieza. Entre el evidente desorden institucional, todos resultan contentos y Medina Mora no vuelve a aparecer en el escenario político, literalmente sale huyendo. Todo es incertidumbre. ¿Es o no es corrupto Medina Mora? ¿Bastó con la amenaza para que aventara el arpa? El Presidente, con su cándida sonrisa, afirma que él no dio instrucciones a nadie para que fastidiaran a Medina Mora. ¡Es incapaz! Cuando todos saben de la oscura personalidad que caracteriza a Andrés Manuel: es vengativo. El estiércol sale a flote y nadie se hace responsable de haberlo lanzado, vamos, no pretenden limpiarlo y aún así se ensucian.

El sismo político parecía haber cesado, en menos de una semana regresa otro de igual magnitud. Vuelve a cimbrarse la Corte, ahora a cargo del mismísimo Presidente de la SCNJ, Arturo Zaldivar, quien acudió de forma expresa a entrevista para golpear al ex Presidente Felipe Calderón Hinojosa.

En plática con oscuros y advenedizos personajes que hoy controlan la televisión pública, como Juan Ackerman, el presidente de la Corte confesó que durante el gobierno calderonista fue presionado por Felipe Calderón (quien propuso como ministro al mismo Zaldívar), para que resolviera en tal o cual sentido en asuntos de trascendencia como el de la francesa Florence Cassez, quien confesara haber sido participe de los delitos de secuestro y fue liberada por fallas al procedimiento; también mencionó el asunto del incendio de la Guardería ABC, en donde murieron bajo las llamas 49 pequeños. ¿Por qué la acusación a Felipe Calderón después de tantos años se atreve a denunciar presión política (nunca dijo qué tipo de presión sufrió) presidencial para decantar la aplicación de la justicia? Por cierto, acotó el valiente presidente de la Corte que no cedió a las presiones. No existe ninguna lógica en la acusación del ministro hacia Felipe Calderón, salvo en el terreno de la especulación.

La cereza del pastel, en la entrevista del ministro Presidente, dejó en claro que en el gobierno de Andrés Manuel López Obrador no ha sufrido ninguna presión. Vaya, vaya. Por supuesto, la pretensión en la entrevista se cumplió. Una, dejar limpio el nombre del presidente López Obrador para no especular sobre el enfermizo deseo de López Obrador de manipular a los ministros de la SCJN; de paso, acusar al enemigo político número uno del presidente de la República, el que le “robó la elección” al hoy titular del Ejecutivo.

Por supuesto, no podemos dejar pasar el activismo y movimiento político que encabezan Felipe Calderón y su esposa, quienes están a punto de constituir un nuevo partido político que también llaman movimiento. Felipe Calderón se convirtió en una amenaza política, real, para López Obrador, por eso la pretensión de doblegarlo. Calderón combate, no se deja, argumenta y confronta, tiene presencia en redes sociales; ofrece conferencias, da entrevistas, responde a cada afrenta (con relativo respeto) al Presidente de la República, no se deja, responde de inmediato; se ha convertido en un “influencer” de las redes sociales, gracias a los ataques de que es objeto. De ahí surge la traición mediática del presidente de la Corte, del desleal Arturo Zardívar. Una vez más, el Poder Judicial federal, después de tambalearse, se empezaba a asentar, cuando se presenta otro fuerte movimiento en la sede del Poder Judicial.

Casi de inmediato se fueron en contra de un magistrado adscrito a un Tribunal Colegiado de Circuito, a quien cesaron fulminantemente, le encontraron, dijo el persecutor (una vez más) en las cuentas bancarias, como a Medina Mora, transferencias inexplicables de muchos millones de pesos sin que se pueda justificar y un inmueble cuyo precio es muy superior a sus ingresos. Violación al principio de inocencia, el cual ha dejado de existir para el gobierno de la 4T. ¿En verdad son tan tontas las autoridades fustigadas como para evidenciarse de manera infantil o simplemente son chivos expiatorios?

Contrastemos. Basta una declaración del presidente de la República para eludir responsabilidad, como cuando descubren que López es socio de varias empresas; simplemente argumentó en su conferencia mañanera que “pusieron su nombre” como socio en varias empresas, pero, afirmó, no soy socio. ¿Quién se puede atrever a utilizar el nombre del presidente de la República y documentos oficiales para hacerlo socio de ellas? ¿No hubo responsabilidad para aquellos que lo hicieron socio? No cabe ninguna explicación lógica. Así de simple se sacudió el problema.

El gobierno de la 4T va por más, eso aseguran quienes manipulan investigaciones fiscales, cuentas bancarias y procuración de justicia a placer. El último sismo de la semana, coincidentemente la misma justicia federal libera las trabas en los juicios de amparo que tenían suspendidas las obras del aeropuerto de López Obrador; este, bajo presiones (obviamente López nunca reconocerá) liberan las suspensiones definitivas, fueron y serán revocadas, faltan menos para resolver las siete suspensiones definitivas, todas a favor del gobierno; y qué cree, la autoridad judicial cesada, el magistrado, es una de las personas que tenía el criterio de suspender la obra del aeropuerto de Santa Lucía. No requiere mayor explicación la burda coincidencia.

El nuevo argumento invocado por la abusiva autoridad para revocar las suspensiones, es: por cuestiones de “seguridad nacional”, así sacan de la jugada al magistrado cesado. Y los expedientes serán guardados por 5 años para que nadie conozca las cuestiones de seguridad. Eso es ser descarado cínico.

Este gobierno ejerce la corrupción por medio de la presión, utilizan la fuerza del Estado y obligan a las autoridades judiciales a ceder a los caprichos presidenciales a como dé lugar. En esta ocasión destrozan al magistrado que estaba adscrito a ese tribunal para imponer un nuevo criterio, liberar las “trabas judiciales” removiendo al reacio magistrado; ahora, curiosamente también es acusado de corrupción. López Obrador da un duro “palo” a las organizaciones civiles encabezadas por #NoMasDerroches, utilizando descaradamente la fuerza del poder público.

Jiménez Espriú, secretario de Comunicaciones y Transportes, también se suma a la cargada presidencial, cínicamente dijo que no hubo presión alguna en contra del Poder Judicial. ¿Usted le cree al secretario? ¡Por supuesto que nadie cree en sus mentiras! Poco falta para que ya nada los pueda detener, sentenció Javier Jiménez Espriú. Al final, quieran o no, los funcionarios del gobierno de la 4T ensucian todo lo que tocan, hieden a materia escatológica.

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