
La francesa Florence Cassez, acusada de secuestro junto con su amante Israel Vallarta, fue liberada por violaciones al procedimiento —por ser extranjera francesa—; intervino la embajada de Francia para su liberación y fue trasladada de inmediato a su país natal. No se le juzgó.
La francesa confesó que sí participó en los secuestros de varias personas, pero solo proporcionaba los alimentos; nunca participó en las detenciones. Su novio, sin embargo, Israel Vallarta, era el “cerebro” de los secuestros. El tema trascendió a novela y una serie de plataforma televisiva. Todos, ignorantes del Derecho Procesal Penal y Derecho Penal. El tema era la explotación comercial.
Nunca nadie entró al estudio de los elementos materiales de los ilícitos —no solo el de Vallarta—, de las pruebas, mucho menos a la probable responsabilidad de los inculpados.
El asunto, en tiempos del gobierno de Vicente Fox, escaló a escándalo nacional e internacional, derivado del “montaje” televisivo de las detenciones y liberaciones de los secuestrados. Medios y periodistas —Carlos Loret de Mola— involucrados en la primicia de la información; autoridades que se prestaron a la “farsa” de la detención televisiva que había sucedido. Luego vendría el gobierno de Felipe Calderón, al que culparon de todos los vicios, junto al odiado Genaro García Luna, entonces secretario de Seguridad Púbica. La trama, toda una novela, explotada por otros medios y olvidada con el paso del tiempo.
Desde Francia, la delincuente Florence Cassez también dio su versión. Claro, lejos de la persecución de la justicia mexicana.
Al paso de 20 años, una jueza federal —la cual, por cierto, favorecida por la Cuarta Transformación— decreta la absolución de Israel Vallarta, fundamentalmente por vicios en el procedimiento. No porque haya sido inocente, debe quedar claro. Sumado a la acreditación de la tortura, razón legal suficiente para dejarlo en libertad, sin importar que haya sido responsable de los delitos de secuestro. Todos se centran en un solo caso de secuestro, dejando a un lado el resto.
Ni en la serie de la plataforma televisiva ni en las “novelas” abordan los elementos materiales de los ilícitos. Claro, la ignorancia en la materia penal. Lo importante fue la expoliación de la información sobre las detenciones que fueron montadas en programas televisivos que rompieron el “rating”.
Para muchos, el simple corolario de la sentencia fue la exhibición del manejo —desde siempre— de la procuración de justicia. La jueza determinó que con estas pruebas no era posible establecer la culpabilidad del acusado, ya que todas las actuaciones de los elementos de la Policía Federal y los agentes del Ministerio Público carecieron de validez, ya que fueron obtenidos bajo “tortura” y vicios en las declaraciones de los testigos que se presentaron para soportar jurídicamente el caso contra Israel Vallarta. Existe jurisprudencia que soporta el criterio obtenido por la jueza de la Cuarta Transformación.
Después de 20 años el tema vuelve a los medios de comunicación. ¿Un inocente pasó 20 años en la cárcel? No, claro que no. Israel Vallarta sí fue responsable, y no de un secuestro, sino de varios; pero como hubo “tortura” de por medio, fue más que suficiente para dejarlo en libertad. No fue absuelto por inocente. Eso debe quedar plenamente claro.
Una vez que el delincuente obtuvo su libertad ha ofrecido conferencias de prensa, reta al periodista Calos Loret de Mola para que soporte el montaje que sucedió hace 20 años. La distracción mediática. El culpable ahora se desempeña como inocente, cuando en la sentencia no fue absuelto.
El tema de naturaleza eminentemente judicial, pervertido en novela de la Cuarta Transformación.
La enorme mayoría de los críticos “analíticos” del tema no entran al estudio de los elementos materiales del delito y la responsabilidad del acusado; no, simplemente que Vallarta es absuelto después de 20 años de estar privado de la libertad. No es el único caso, muchos le han precedido en las mismas circunstancias. Pero el asunto adquirió mayor relevancia por la participación de la ciudadana francesa Florence Cassez; de lo contrario, hubiera sido otro delito de naturaleza penal imputando a cualquiera otra persona, con todo y los vicios procesales que suelen suceder en muchos casos semejantes, por eso quedan en libertad y el Poder Ejecutivo se molesta, derivado de la incompetencia de los ministerios públicos.
La francesa Cassez, curiosamente libró la justicia penal por las mismas razones, violaciones al procedimiento que alegó la defensa de la embajada francesa. Por ello fue deportada y liberada sin responsabilidad alguna. Su novio, Israel Vallarta, no corrió con la misma suerte sino 20 años después. Ambos no fueron declarados inocentes; quedaron absueltos por vicios en el procedimiento, por violaciones a los derechos humanos, no porque hayan sido inocentes de los ilícitos que se les imputaron.
El tema se presta para la explotación comercial y así lo han hecho. El mismo asunto se polariza entre los medios de comunicación; sin embargo, en ningún caso he leído el estudio de fondo de las pruebas del proceso. El tema ha sido más mediático, político, tergiversado y manipulado, incluso por el mismo Vallarta. No ha sido analizado con seriedad desde el punto de vista penal.
Conclusión. Israel Vallarta y Florence Cassez, acusados de diversos secuestros hace 20 años, no fueron absueltos por haber sido encontrados inocentes. La jueza de la Cuarta Transformación los absolvió por diversos vicios en el procedimiento que violaron derechos humanos. Lo demás ha sido novela.

