[Tras la Verdad] Andrés Manuel López Obrador, ¡no más masacres!

Apenas el día de ayer festejaba Alfonso Durazo, secretario de Seguridad Pública y Protección Ciudadana, su punto de inflexión hacia la baja en los delitos dolosos de homicidio; antes lo había hecho el mismo Presidente de la República, al asegurar que no habría más masacres en su gobierno.

Cuando el festejo, en el estado de Michoacán, municipio de Aguililla, se estaba llevando a cabo la masacre en contra de 14 policías a manos de la delincuencia organizada. Lastimosamente, la realidad contradice todo lo que las autoridades federales anuncian.

Más clara y fría (cínica) sobre el doloroso evento, la torpe secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, minimizó el evento donde fueron asesinados los policías que cumplían con su deber, comentando, sin el menor asomo de sorpresa, que eso pasa todos los días en el país, refiriéndose a varios Estados en donde la violencia no cede. Así de dispares las formas de ver y comentar lo que a diario acontece en la vida nacional. Unos pretendiendo resolver los problemas delincuenciales con discursos, mientras que los otros, minimizan la virulencia con que actúan los delincuentes, ejerciendo impunemente la violencia.

Más imprecisiones de la “constitucionalista” Olga Sánchez Cordero, al afirmar que el asunto sería investigado por la Secretaría de Seguridad, con el apoyo del gobierno del Estado ¿La Secretaría con atribuciones de investigación? ¡Por favor! Ya cometido el delito por el crimen organizado, el área responsable queda a cargo de la Fiscalía General de la República, responsable de la persecución de los delitos y delincuentes. No puede ser posible semejante confusión de funciones por parte de la Secretaria de Gobernación. Por eso andan tan mal en la atención al combate a la delincuencia, no saben a quién corresponde qué atribución en el ejercicio de sus funciones legales. En tanto que Alejandro Gertz Manero, Fiscal General de la República, confirma que no hace nada si no lo instruye el Presidente de la República, cuando se supone (constitucionalmente), su función es autónoma. El Fiscal “carnal”, solo espera instrucciones, no actúa, tampoco informa de los logros de la Fiscalía si no es invitado a las conferencias mañaneras.

Ayer, la delincuencia organizada, una vez más, dio muestras de su poderío delincuencial; los gobiernos, a su vez, mostraron la incapacidad para hacer frente a los agresivos ataques a manos de la delincuencia. En poco tiempo, un grupo de “guerrilleros” (esos a quien aplaude y perdona el gobierno pacifista de la 4T) diezmaron a las fuerzas en cargadas de la seguridad pública, que se encontraban en el cumplimiento de su deber.

En el momento en que los policías fueron emboscados y cobardemente acribillados, solicitaban el auxilio de más fuerzas policiales, de sus compañeros de batalla, fuerzas armadas que nunca llegaron a tiempo en su auxilio; literalmente los dejaron morir, la masacre siguió su curso hasta que los delincuentes se cansaron y se fueron para perderse en la zona caliente de Michoacán.

Mucho tiempo después de los sangrientos hechos, por fin hicieron su aparición fuerzas federales y todo un “ejército”, se arremolinó en el lugar de los hechos, el morbo se apoderó de ellos, cadáveres regados por todos lados, la mayoría de los cuerpos fueron destruidos por armas de alto poder; poco después empezaron a “peinar” la zona, en la búsqueda infructuosa no lograron ninguna detención. Los delincuentes solo dejaron las huellas de la masacre, las pruebas de lo que son capaces de hacer a las fuerzas responsables del orden.

Por eso la población regularmente cede a la coerción de los delincuentes, al darse cuenta que la autoridad es incapaz de combatirlos, por eso el crecimiento de la inseguridad, aunque en el discurso el Presidente diga lo contrario. Los hechos son la verdad histórica, esa verdad que López Obrador se resiste a reconocer y su nefasto equipo de incompetentes no puede atender; prefieren empezar de “cero” en todo.

Sus cifras de quiebre, de inflexión en la baja delincuencial son por demás falsas, siempre el pésimo maquillaje que deja ver las imperfecciones. Ayer fue una vergüenza, mientras rendían un informe de mentira, en Michoacán masacraban a 14 policías ¡Inconcebible! Pretendiendo enjuagar su incompetencia, prefieren echar culpas al pasado. Alfonzo Durazo, Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, orgullosamente afirmaba en conferencia mañanera en Palacio Nacional, lugar en donde se encontraba reunido el “gabinete de seguridad”, por supuesto descuidando todos su delicada responsabilidad, todo por engrosar la fila de invitados con cara de palo; decía Durazo que antes (sexenio de Peña) se cometían más delitos que ahora en el gobierno de la 4T. ¡Gobierno de cínicos!

Hasta el cansancio ha quedado demostrado que la delincuencia no cederá a los insulsos llamados del Presidente de la República y este parece no agotarse en su pretensión, insiste en no utilizar la fuerza del Estado, para combatir a la delincuencia, fuerza pública que está debidamente legitimada por la Constitución y leyes secundarias; para López Obrador, es más redituable políticamente las masacres a las fuerzas del orden, que cumplir con la responsabilidad de restablecer el orden. Al Presidente, pareciera poco importarle la pérdida de la vida de los elementos policiales, antepone su prioridad: no lastimar al delincuente, por temor a que sean vulnerados, violados los derechos humanos de los transgresores de la ley.

En cambio, los delincuentes, saben bien de la torpeza presidencial y del exceso de tolerancia que les ofrece López Obrador para delinquir (licencia para matar); por eso la delincuencia ha aumentado su capacidad de destrucción, conscientes de que, si llegan a ser detenidos tienen más probabilidades de lograr la libertad, que cualquier policía que ose lastimarlos. Una “guerra” desigual propiciada y tolerada desde la Presidencia de la República; López Obrador, más parece aliado de los delincuentes que de las fuerzas del orden. Los hechos lo confirman, solo es cuestión de analizar la política gubernamental del gobierno de la 4T, para combatir la criminalidad, queda probada la incapacidad para ello.

Los experimentos del “pacifista” de López Obrador, cobran vidas, generan daños irreparables a las familias de los occisos. ¡Las masacres continúan! A pesar de los engañosos y vacíos discursos del titular del Poder Ejecutivo y su Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana. La ruta trazada por Andrés Manuel López Obrador, para combatir a la delincuencia, inequívocamente es equivocada, nefasta, la peor que pudo escoger; las cosas seguirán empeorando hasta en tanto no entienda el Presidente, que a los delincuentes se les combate con la fuerza del Estado, no con insulsos discursos.






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