[Tras la Verdad] AMLO crea sus propias historias de mentiras

Este domingo el Presidente de la República visitó La Mora de Bavispe, comunidad de la Sierra Alta del estado de Sonora, lugar hasta donde fue a contar una más de sus historias y a “machacar sus reiterados discursos” con contenido religioso. 

Se acercó a los familiares de los LeBarón, cumpliendo el compromiso con los norteamericanos, de atender a los compatriotas estadounidenses, ofreciéndoles castigar a los asesinos de los familiares masacrados por la delincuencia organizada, grupos a los que dice no combatir con violencia, como lo hicieron otros gobiernos. También dijo que él quisiera reunirse con los familiares de todas las víctimas, pero no puede hacerlo, está ocupado y no le alcanza el tiempo. 

Por supuesto, los LeBaron no son cualquier familia. Fue a presumir que él viaja por tierra y no usa ni avión ni helicópteros para trasladarse, que hizo tres horas por tierra para llegar a ese lugar (soltaron el aplauso los ingenuos); que las naves solo las usa el Ejército Mexicano para labores de seguridad pública. No confiesa la enorme pérdida de tiempo por viajar en vehículo, propio de los tiempos de la colonia, en lugar de aprovechar la rapidez y seguridad de trasladarse, por cuestiones de trabajo (no realiza viajes de placer), de un lugar a otro, para dar mejores resultados. Si el Presidente pierde tres horas en un solo viaje, ¿cuántas horas trabajo-hombre pierde a la semana? Una nulidad del gobernante para dar buenos resultados. 

Cuando sucedió el conflicto con Ovidio Guzmán, el Presidente de la República, materialmente se encontraba incomunicado precisamente por carecer de los elementos tecnológicos, en esos momentos viajaba al sur de la República Mexicana; no había manera de que se comunicaran con López Obrador, fue hasta varias horas después. Así el señor López inventa sus historias, pretendiendo generar, crear una idea falsa de la realidad, pensar que es mejor no viajar por aire y más práctico hacerlo por tierra, como si fuese un lujo. Mentalidad retrógrada de un hombre que gobierna con historias que genera para conseguir el fácil aplauso de los asistentes a sus mítines político-religiosos.

Ahí mismo les recetó la historia de no combatir el fuego con el fuego, violencia con violencia, cuando el día anterior, en el estado de Michoacán, personal del Ejército Mexicano, abató a tiros a María Esquivel, alias “La Catrina”, mujer que comandaba una célula del cartel Jalisco Nueva Generación; fueron heridos con armas de alto calibre; 7 delincuentes más fueron heridos, supuestos asesinos de los 14 policías michoacanos que masacraron los delincuentes en una emboscada. ¿Por qué ir a mentir a los pobladores de aquellos lejanos lugares de la República Mexicana, afirmando que no usan la violencia? Y no es que esté mal que la autoridad use armas de fuego para combatir a la violenta delincuencia, por el contrario, para eso portan las armas letales que la ley les faculta el uso de las mismas para imponer el orden y preservar la seguridad pública. 

Así continuó con su larga perorata: “Estamos buscando la reconciliación, la paz en México que es fundamental. Sin la tranquilidad, sin la paz no se puede vivir y tenemos que lograr la pacificación de México. Ya no hacerlo como se pretendía en otros tiempos, solo con el uso de la fuerza. Ahora hay un nuevo paradigma, una nueva manera que, pensamos, nos va a dar resultados. Esa nueva forma de enfrentar el problema de la inseguridad y de la violencia inicia con atender las causas que originan la inseguridad y la violencia. El ser humano, el mexicano, el sonorense no es malo por naturaleza, nadie es malo de nacimiento, son las circunstancias las que llevan a algunos a tomar el camino equivocado, de la delincuencia”. 

Una vez más, las historias que cuenta el Presidente son distintas a la realidad; de vez en vez, el uso de la violencia fue necesario para abatir a peligrosos delincuentes, en el caso del uso de la violenta fuerza letal, fue en Michoacán, bien por los elementos del Ejército Mexicano; pero, los pobladores de aquellos lejanos lares no están obligados a saber la verdad histórica y sí aquella que inventa y cuenta Andrés Manuel López Obrador.

El Presidente también receta sus clases de filosofía espiritual y política, no deja pasar la oportunidad, aquí parte de ese discurso populista de izquierda: “Mantener integradas a nuestras familias, fortalecer los valores culturales, morales, espirituales, que no se piense que la felicidad es acumular riquezas, bienes materiales, tener fama, el lujo barato, la ropa de marca, las trocas, las alhajas, todo eso que es efímero. Que se reafirme la idea, el criterio, de que sólo siendo buenos podemos ser felices y que la felicidad verdadera es estar bien con uno mismo, estar bien con nuestra conciencia y estar bien con el prójimo. No seguir fomentando la codicia, el individualismo, el triunfar a toda costa sin escrúpulos morales de ninguna índole”.

¡Inconcebible, pero cierto! Para el Presidente es malo aspirar a la superación material, hay que ser feliz siendo pobres, claudicar a la superación. Así las historias que se inventa López Obrador, para recibir el aplauso lascivo (total lujuria por recibir el reconocimiento y sumisión) de los “feligreses” que asisten al sermón presidencial. ¡Procurar el bienestar del alma!, sentenció el Presidente. Y tuvo que retirarse el Presidente, ya que haría otras tres horas más de regreso. ¡Ah, bárbaro!







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