El narcotraficante Rafael Caro Quintero rompió el silencio que lo rodea desde que salió del penal de Puente Grande en 2013 y concedió una entrevista al semanario Proceso, en la que afirma haber abandonado el trasiego de drogas y niega cualquier tipo de pugna con Joaquín Guzmán Loera y el Cartel de Sinaloa.
La entrevista fue realizada por la periodista Anabel Hernández y una versión en video será divulgada este lunes al mediodía en la página web del semanario Proceso.
Caro Quintero fue liberado en agosto de 2013 por omisiones y faltas de procedimiento en su proceso. El otrora líder del Cartel de Guadalajara pasó 28 años en prisión por delitos contra la salud y el asesinato de Enrique “Kiki” Camerena, agente de la DEA que en 1985 fue torturado hasta la muerte en una finca controlada por la organización del capó.
Tras su salida, la PGR presentó dos solicitudes de reencarcelamiento, pero ya era demasiado tarde. “El Príncipe” huyó de la justicia y 3 años después da su primera entrevista, con la DEA ofreciendo 5 millones de dólares por su captura y con el gobierno acusándolo de haberse reincorporado al crimen organizado.
El hombre de 63 años de edad y originario de Badiraguato, Sinaloa, niega haber regresado al negocio de las drogas y afirma que lo único que quiere es vivir en paz con su familia. De acuerdo con fuentes del Ejército mexicano, Caro Quintero patrocinó el ataque de una célula de los Beltrán Leyva a la rancheria de La Tuna, en la que un comando armado irrumpió en la casa de la madre de “El Chapo” Guzmán, el pasado mes de junio.
Sin embargo, Caro Quintero dijo a Proceso que no libra una nueva guerra del narco, aunque reconoció que Guzmán Loera lo visitó cuando ambos estaban prófugos, al igual que Ismael “El Mayo” Zambada. Pero el ex líder del Cartel de Guadalajara habría dejado en claro a sus amigos que no regresaría al narcotráfico.
En cuanto a la persecución de autoridades mexicanas y estadounidenses, Caro Quintero negó haber matado a “Kiki” Camerena y se disculpó por las ofensas de su pasado criminal, al afirmar que ya no es un peligro para la sociedad.
“Yo ya no soy un peligro para la sociedad. No quiero saber nada de narcotráfico. Le pido perdón a la DEA, al Gobierno de Estados Unidos; no fue mi intención hacerles daño, las cosas no estaban en mis manos. Si algo hice mal, ya lo pagué, pero todos merecemos una segunda oportunidad”.
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