Mientras en Catar la selección mexicana inicia su participación contra Polonia, y con ello todo el país se encuentra en distraído, México es lugar de reuniones de la izquierda populista y la ultraderecha impresentable, que solo polarizan al país.

Por lo pronto, hay que decirlo: qué refrescante para el espíritu y la mente fue la presentación de Víctor Manuel en la Plaza Fundadores; el cantautor español representante de ese grupo de artistas ibéricos comprometidos con la libertad, como Joaquín Sabina; Eduardo Aute, que cantó en esa misma plaza; Serrat, entre otros.

Un grande y profesional que vino a darle prestigio y presencia al Trova Abierta; lástima del poco público, pero él se entregó como todo un profesional, dos horas de diálogo y canto. Un concierto maravilloso.

Pero regresemos al tema y vamos por partes:

Llama la atención la singular coincidencia por la que 48 horas apenas antes de encabezar la manifestación del 27 de noviembre, que en apoyo de sí mismo y de su gobierno convocó y organiza con su partido y aliados, Andrés Manuel López Obrador vaya a tener la oportunidad de encontrarse y previsiblemente será arropado por los más representativos líderes de la izquierda populista latinoamericana.

La reunión es este viernes.

Faltará solo el peruano Pedro Castillo, a quien, sujeto a investigaciones por supuesta corrupción, el Congreso le negó permiso para dejar su país.

Vienen en apoyo a la megamarcha; tal vez sea coincidencia la reunión de mandatarios latinoamericanos emanados de la llamada izquierda populista, pero en política no hay coincidencias

El próximo domingo será la marcha oficial organizada por el presidente. Jactancia y alarde que no se veía desde las épocas del priismo.

Pero la oposición no canta mal las rancheras en eso de exhibir su ideología trasnochada de ultraderecha y también mostró “músculo” el fin de semana que recién pasó.

En un hotel de la zona de Santa Fe, en la Ciudad de México, durante dos días estuvieron reunidos, con una serie de discursos difíciles de digerir, uno más retrógrado que el otro, representantes de la ultraderecha de varios países del mundo, muchos de ellos entusiastas trumpistas, como Eduardo, el hijo de Jair Bolsonaro; el senador gringo Ted Cruz; el líder de Vox, Salvador Abascal; el exactor Eduardo Verástegui; el candidato presidencial argentino, Javier Milei, y Steve Bannon, uno de los más cercanos operadores del propio Donald Trump.

Según dijeron, quieren ser algo así como la réplica, en las antípodas, del izquierdista Foro de Sao Paulo.

Por lo pronto, Donald Trump estampó su firma como accionista principal de la convención de ultraderecha internacional que el viernes y sábado anteriores insistió en dibujar a un México “en peligro” a causa del “avance socialista” adjudicado al gobierno del presidente López Obrador.

No les digo, Dios los hace y la ideología –de izquierda populista y ultraderecha– los junta, y en México, un país diverso, respetuoso y tolerante de todo tipo de desviaciones ideológicas.

Mejor esperemos que el Tri –y no el de Alex Lora, sino el de Martino– nos traiga buenas noticias, algún triunfo. Eso esperan los enajenados optimistas, no así los aguafiestas de los pesimistas de la realidad, que por lo mucho ven un empate.

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