A unas horas de que llegue a su fin, decenas de personas hacen largas filas en las afueras del Palacio de Bellas Artes para visitar la exposición “Rojo Mexicano. La grana cochinilla en el arte”, que se presenta en el recinto de mármol.
Ante un Sol que cae a plomo, chicos y grandes hacen una larga fila que va desde la entrada del recinto, pasando por Eje Central y que se extiende hasta la lateral de Avenida Hidalgo, justo donde se encuentra el quiosco de la Alameda Central.
Dentro del recinto, las personas formadas tienen que esperar un par de minutos para poder ingresar a las salas, mismas que lucen llenas; pero al hacer una breve pausa en la zona del mezanine, justo donde se recrea la recámara del pintor Vincent Van Gogh o “Dormitorio de Arles”, no hay visitante que pierda la oportunidad de retratarse una y otra vez.
Jóvenes que portan una playera roja alusiva a la exposición se encargan de coordinar al visitante, y de acuerdo con información del Palacio de Bellas Artes, la muestra estará abierta hasta las 23:00 horas.
La exposición hace un recorrido de más de 300 años en la historia del arte y donde la grana de cochinilla, un insecto que se reproduce en las pencas del nopal, mejor conocida en el gremio artístico como “rojo natural” o carmesí, tiene presencia.
Dividida en cinco módulos temáticos, donde el visitante encontrará las pinturas de Van Gogh, Jacopo Comin “Tintoretto” o Domenikos Theotokopouos “el Greco”.
El visitante es testigo del trabajo conjunto realizado entre numerosas instituciones y especialistas nacionales e internacionales que han demostrado como este insecto explotado por los hombres prehispánicos alcanzó protagonismo dentro de la historia a nivel artístico, político, económico y social.
Para esta exposición fue necesario recurrir a diferentes miradas para complementar el discurso desde una perspectiva multidisciplinaria, ya que las 70 piezas exhibidas, de las cuales la mayoría datan del siglo XVI hasta finales del XIX, dan testimonio de la trascendencia de la grana cochinilla como mercancía mundial de la temprana globalización.
“La recámara de Van Gogh en Arlés”, del pintor neerlandés, y “La deposición de Cristo”, de Tintoretto, son dos de las obras que se presentan por primera vez en México.
Instituciones prestigiadas como la National Gallery de Londres, el Art Institute of Chicago, el Metropolitan Museum of Art de Nueva York y el Musée d’Orsay de París, entre otras, contribuyeron a que diversas piezas pudieran llegar a este país.
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