[El Corregidor] Tiempo de las mujeres


Vindicta est mutuum bonum

En muchas ocasiones el techo de cristal no es difícil de romper, lo peligroso son los cristales que son a veces filosos y cortan. Disculpe si por su mente pasan Claudia Sheinbaum, Xóchitl Gálvez, Guadalupe Murguía, Leonor Mejía o Beatriz Robles, mujeres valiosas y sumamente importantes.

Sin embargo, me refiero a una mujer que no es de reflectores, al contrario, es sumamente discreta, sin que por ello deje de ser valiosa y también importante, la rectora de la Universidad Autónoma de Querétaro, la doctora Silvia Amaya Llano, misma que logra lo que desde hace mucho parecía imposible, tejer acuerdos y sumar voluntades, lo que no le es ajeno, pues eso lo pudo lograr para ser rectora.

Haciendo un análisis imparcial, la doctora logró lo que no se veía desde la época de Mariano Palacios o Braulio Guerra. Nomás le cuento. Nadie había logrado tener doce de las catorce escuelas y facultades, lo que suena fácil pero no es tal cosa. No vayamos tan lejos, mujeres directoras de facultades con Silvia aumentaron. ¿Será acaso el resurgimiento del grupo universidad?, muchos se preguntan y, honestamente, yo también.

Elecciones son lecciones, por más que insistieran que 5 de Febrero no quitaría votos, Fernando González fue el más eficiente operador de Morena; quizá, eso sí, involuntariamente. Pero como Tilly afirmara, la base de la política es la reivindicación de agravios, por lo que la obra emblema del sexenio y su director se anotan muchos, la derrota en el seis federal y en al menos cuatro de los distritos locales de la capital tienen como origen el malestar ciudadano, aunque él no es culpable de los problemas con condóminos o que los macromedidores requirieran un pagaré; sí en cambio fue la de agravar temas de movilidad. No por nada, Pancho Domínguez no se animó a un paso subterráneo en Corregidora con Bernardo Quintana, algo quizá presentía el exgobernador cuando fue alcalde.

Pero bueno, como la soberbia es algo caro en política, pocos como Fernando tienen el privilegio de impunemente cobrar electoralmente lo que por sus medios fueron incapaces; y al final, qué tiene. Total, si lo corren se va con una muy jugosa liquidación y hasta una palmadita y un Bubulubu de recuerdo. Somos nada.

El tema no es menor, mire. Quizá desde Roberto Loyola nadie había ganado la capital perdiendo cuatro distritos; Felifer lo logró, afortunadamente para su causa, porque tuvo al menos el apoyo de un par de mujeres muy valiosas y capaces, una que es una joya, joven y sumamente valiosa, Juliana Hernández Quintanar, quien no requirió de una alianza con PRI o PRD para obtener una victoria en su distrito con autoridad; será diputada del quinto distrito local y le auguro mucho éxito. La otra es Vanesa Garfias, militante de un partido que muy probablemente pierda el registro, sí, cómo adivinó, del PRD, pero que fue clave para que la maquinaria que obtuvo el triunfo en la capital funcionara como reloj de bolsillo.

Ya en esas, le comento que otro factor clave fue la ausencia de la candidata morenista, Gabriela Michaus, aspirante del Cuarto federal, misma que nunca apareció en toda la campaña; pensé que era producto de inteligencia artificial. Mientras un Roberto Sosa, alcalde con licencia de Corregidora, no dudaba en dejar de tocar cada puerta que tenía frente a sí.

Faltarían palabras para describir a una gran candidata como Bety Marmolejo, sin duda alguna lo mejor que tenía Acción Nacional al Sexto federal; sin embargo, justo es de reconocer que también hubo un candidato que, viniendo de atrás, hizo bien las cosas, Luis Humberto Fernández, por Morena, partido que por cierto se lleva la mitad de los distritos federales, el primero con Gilberto Herrera, prestigiado académico, activista social que supo operar los municipios importantes como Cadereyta y Ezequiel Montes, mientras que en el Segundo Distrito, con un joven pero con experiencia de nombre Ricardo Astudillo, mismo que reverdeció laureles de una victoria que parecía imposible de cuando Pepe Calzada lo mandó a perder hace doce años en ese distrito, mismo que acabó ganando en aquella ocasión, curiosamente el daño colateral se llama Santiago Nieto, quien fuera la cabeza de la segunda fórmula al Senado de la República, algo que resulta inverosímil, pues si “gana” Claudia Sheinbaum en uno de los estados más panistas, resulta contradictorio que no ganara el Senado ante Lupita Murguía y Agustín Dorantes, aunque PT y Verde no lo quisieron de candidato.

Nora Amaya, en mancuerda con César Cadena, lograron lo que para muchos parecía imposible, obtener el registro estatal para el partido fosfo fosfo. Si bien es cierto que contaron con excelentes prospectos, quizá los mejores de la elección reciente, como Paulina Aguado o Carolina Íñiguez, Manuel Garrido, Iliana Luna o el magistrado en retiro Ortega Cerbón, Paty Ledesma o Carolina Flores, Movimiento Ciudadano se convierte en una de las fuerzas políticas más importantes al ganar al menos dos de los dieciocho municipios, Amealco y Colón, por ejemplo.

Ahora con registro en mano, sin duda representarán en ayuntamientos y Congreso una fuerza política importante, más considerando que la mitad de los distritos locales los pierde Acción Nacional, quizá por primera vez en este siglo, porque esa situación ya la tuvo Nacho Loyola el siglo pasado. Pero sobra decir que en política la soberbia se paga cara; sin embargo, a los que pierden los premian, lo que en otras circunstancias a nadie sorprendería, pero entregar la gubernatura es algo que ni siquiera por la mente de algunos trasnochados debería ocurrir, aunque se trata de festejar a quienes a pesar de ellos pudieron obtener un triunfo electoral.

No se pierda todos los lunes a las siete de la noche una cita con su programa “La Neta por SmTV”, acompañando a Mariela Ferruzca, Arantxa Sánchez, Mariela Ferruzca, Natali Sánchez y Ana Sofía.

No quisiera omitir el nombre de Bárbara Escobedo, una candidata joven y disruptiva, quien abanderó el Quinto distrito federal. Mire, yo acepto que su trabajo, carisma y capacidad me permitió olvidar que es familiar de Luisa Maria Alcalde, pues ella tiene un sello propio, trabajadora y una mujer con una capacidad más que admirable, una inteligencia aguda combinada con un gran corazón que no le cabe, igual que Ginna Guzmán, pero en un distrito local, a quien no se le puede encasillar con sus familiares, brilla con luz propia y quiere hacer –de llegar a la Legislatura, algo que determinarán los órganos electorales– cosas con un sello muy particular.

Mientras que grandes mujeres como Andrea Tovar, la incansable Carmen Gómez, Maribel Barrón –que supo desgastar suela– o Rocío Rojas demostraron estar a la altura de las circunstancias históricas.

Mi reconocimiento como mujeres líderes. Siempre se puede pensar distinto, pero se agradece la congruencia, el trabajo y los valores de estas grandes actoras políticas. Mención aparte merece Rufina Benítez, cuyo liderazgo y entrega dará buenas cuentas al proyecto de la Cuarta Transformación en Querétaro.

No menos importante sería recordar que Leonor Mejía, presidenta de Acción Nacional, se la jugó con caras nuevas. Juliana es una muestra, pero también aplica a Lorena García, quien conserva aún la mística del panismo tradicional, pero siempre viendo al futuro. Eso no es todo, nomás no lo diga, porque Mish Miranda y Lis Salas pueden ser un esbozo de cuál es el futuro de Acción Nacional.

Le pongo un contraste necesario, al final Armando Rivera –que su servidor ignora por quién fue su posible sufragio, pues entre sus viejos amigos, sus nuevos amigos y sus amigos de ocasión se duda y hay incertidumbre–, el exgobernador Pancho Dominguez –que a pesar de su gran entusiasmo, en poco ayudó al municipio de Ezequiel Montes–, Pepe Calzada o Mariano Palacios, ¿dieron votos en los distritos federales donde se placearon? Quizá no lo sabremos porque los perdieron. Cuente el uno, dos y seis, mientras que el tres, cuatro y cinco tienen, créame, muchos padres en la victoria. ¿Pero quién o quiénes en la derrota?, me pregunto. Por supuesto que nadie, las derrotas son huérfanas. Pero antes del conteo, todos esos distritos tenían padres conocidos.

La elección federal, aunque pocos quieran reconocerlo, resulta igual que subirse a un auto sin frenos; no hay contrapesos ni limitaciones, aunque muchas sean producto de acuerdos internacionales, el retorno del PRI de los setenta espero que no incluya retornar a la televisión blanco y negro; asimismo, el llamado de atención en Querétaro por parte de la ciudadanía no fue un voto de castigo, muy por el contrario, fue una llamada de atención para aquellos que piensan que hacer oídos sordos a la crítica ciudadana es hacer política. La derrota en alguna posiciones resultó barata.

Decían en el Zedillato que la economía estaba con alfileres, pero ahora está peor que fijada por un chicle usado de Xóchitl. La continuidad, producto de mapaches digitales, nunca tendrá la legitimidad que solo las urnas pueden otorgar. Claudia podrá ganar, pero difícilmente legitimarse si no logra sumar los muchos pedazos de México que las mañaneras dejaron tirados en el piso.

Entonces, y quizá solo entonces, podremos pensar en un proyecto que sea capaz de sumar e integrar a todos, sean chairos, fifís o fosfos.

Deuteronomio 23:7

No aborrecerás al edomita, porque es tu hermano; no aborrecerás al egipcio, porque fuiste extranjero en su tierra.







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