“Tengo tres perros peligrosos: la ingratitud, la soberbia y la envidia. Cuando muerden dejan una herida profunda.”
Martín Lutero
En un principio (hace una semana), creí que por las vacaciones, los arranques de campaña fueron desangelados y los mismos candidatos empezaban fríos, pero que con el transcurrir de los días el ring se iría calentando. Haciendo una analogía con el box, siendo el primer round, es lógico que sólo fuera de estudio, de análisis del oponente, de sentir su pegada o su agresividad y ver su estrategia para llevar a cabo la misma. Pero ya están en el segundo round y los ciudadanos no vemos más que leves jabs y cabeceos, pero ningún intento de un recto, uppercut o gancho al hígado, ya sea para ir probando la quijada o las piernas del adversario. Salvo los candidatos al gobierno del estado, con un Pancho Domínguez fajador que le hace honor a su mote de ‘Kid’ y un Roberto Loyola esquivo al estilo Mayweather y lanzando de pronto latigazos, los demás candidatos parecen hermanitas de la caridad.
Cierto, hoy no son los tiempos de que corra la sangre al río electoral, que todos debemos sujetarnos a las reglas de la autoridad; pero no por ello queremos una campaña de caricias, halagos e hipocresías entre los candidatos. ¡Porque ni modo que ahora les creamos que son blancas palomitas!
Si los candidatos (ofertadores) son apáticos, ¿cómo pretenden que los ciudadanos (demandantes) no lo sean?
Y no se vale, como me comentó un político medroso, que se escuden en que esto lo ha provocado la autoridad electoral. NO. El Poder Judicial, en todos los ámbitos, está para vigilar que se cumpla con lo que el Poder Legislativo (el legislador) convirtió en ley. Lo que hoy está en ella fue propuesto por los partidos y avalado, votado, aprobado y calificado por los diputados y senadores. Que ahora quieran sorprender, es otro boleto.
Hay algo que a todo ciudadano preocupa; a ese ciudadano común y corriente que tiene que llevar un plato de comida todos los días a la mesa de su hogar; a ese ciudadano que se esfuerza día a día y se parte, literalmente, la madre para sacar adelante a su familia; a ese ciudadano que no es apático a la crisis de su bolsillo. Ese ciudadano quiere que los candidatos se peleen por convencerlo de que su propuesta es la mejor. Como dice Paquita la del Barrio en una de sus canciones, piérdanse el respeto y empiecen a hacer verdadera campaña.
Me gusta el estilo de Domínguez, se sabe abajo, es el retador, y busca al oponente que, ciertamente, tiene más y mejores recursos técnicos y está mejor preparado, pero cuyo estilo no convence al respetable.
En San Juan del Río, veo a un Memo Vega que sólo corre de un lado a otro del ring y no suelta los brazos, y un Gerardo Sánchez siguiéndolo y tocándolo levemente. Ambos se pueden cansar. Los aspirantes a diputados locales y federales siguen recibiendo masaje en los vestidores.
Tania sin discurso, sin argumento, sin entender que contiende para San Lázaro y no para Juárez 36, y que las sonrisas no bastan. María arrancando tarde, pero con el lastre de ser la presidenta que más sueldo percibía en proporción con el número de habitantes gobernados y con el desamor de Huimilpan y Amealco.
Pero hay un hombre que, indubitablemente, es de lo rescatable de esta contienda. Un hombre que no es el mejor, que tiene muchas debilidades, pero en el reconocimiento de las mismas puede llegar a sobresalir su grandeza. Un hombre de origen pobre y que se conduce con humildad, que sabe de sus flaquezas, pero que es sincero, que da mensaje sin aspavientos, que escucha y da la mano sinceramente. Ese hombre que hace tres o dos semanas muchos lo daban como seguro perdedor, que iba directo al matadero. Pero va, pian pianito, avanzando; lentamente, pero avanzando.
Jaime Ruiz Meléndez, candidato a diputado por el X Distrito por PRI-Nueva Alianza-Verde. Ese profesor originario de Tamaulipas que, por azares de la vida, llegó a este San Juan del Río de gente noble, cobijadora y trabajadora, y que ha devuelto con creces, con su trabajo, todo lo recibido. Hoy, a diez días, sorprende cómo lo recibe la gente, cómo no tiene tiempo para cansarse y se ensucia los zapatos. Y también, respalda y se respalda en quien, como él mismo me lo manifestó, es hoy su jefe en la campaña, Gerardo Sánchez.
El próximo domingo empieza el tercer round. A ver cómo van las tarjetas de Lamazón.
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