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El partido acción nacional llega a su 78 aniversario más de vida institucional, sumido en un mar de problemas; la división entre ellos es la divisa más importante en estos momentos. Culpan a su dirigente nacional Ricardo Anaya, de ser el causante de la fuerte división y todo por querer quedarse con la candidatura a la Presidencia de la República, a como dé lugar.
 
Ahora que están en juego 3 mil 406 cargos de elección popular, entre ellos el de la Presidencia de la República, es evidente la diferencia entre panistas de la cúpula del poder; disienten de su dirigente Margarita Zavala, Rafael Moreno, Ernesto Derbez, entre otros. No solo por no convocarlos a definir el método para elegir a su candidato, que ya es bastante, también por sus alianzas con el desfigurado PRD, alianzas sin pies ni cabeza con una de las alas de la izquierda.
 
Llegan a sus 78 años con la posibilidad de perder una vez más la posibilidad la elección presidencial. Ya antes lo han hecho, incluso se han quedado sin candidatos por la falta de acuerdos entre la militancia y ahora corren el mismo riesgo; esto lo recordaba el avezado político panista Diego Fernández de Cevallos. Claro que no se quedarán sin candidato, ya Ricardo Anaya se les ha adelantado por eso de las dudas. De ahí la inconformidad de otros tantos panistas.
 
El grupo anayista seguramente no solo ha pensado en la candidatura a la Presidencia de la República, están 8 gubernaturas, 128 senadurías, 500 diputaciones federales y miles de cargos más a lo largo y ancho de 30 estados. Ricardo Anaya se les subió a las barbas a los más viejos y ahora no lo pueden bajar, lo dejaron hacer de las suyas; los primeros tres años se alió al gobierno federal para impulsar las reformas estructurales. Ahora como dirigente nacional arremete en contra de su aliado, el juego perverso de las mentiras. Ahora impulsa con Alejandra Barrales –PRD- el denominado grupo opositor al PRI-Gobierno. Pronto se les olvidó que ambos partidos lograron cuerdos con el gobierno durante los primeros años, de lo que hoy se quejan. Tal vez ellos lo olvidaron, el resto de los mexicanos lo tiene muy presente.
 
En el Congreso de la Unión, las divisiones entre legisladores panistas se ha hecho evidente; la vergüenza no les alcanzó para ocultar las desavenencias entre ellos, se acusaron de traidores por aquello del nombramiento del Fiscal. Los diputados impusieron zancadilla a los senadores, los obligaron a tomar un avieso acuerdo, fueron evidenciados entre ellos. Al final de este conflicto pareciera que nada sucedió, sin embargo senadores calderonistas quedaron muy resentidos por la andanada de epítetos de que fueron objeto por parte de su coordinador parlamentario, azuzados por el propio Ricardo Anaya; y vilipendiados desde la Cámara de Diputados por su mismo grupo parlamentario que encabeza Marko Cortés.
 
Así llegan los panistas a su 78 aniversario, el partido con mayor antigüedad en su registro ante el organismo electoral; aunque el PRI, sea el más añejo, sin embargo este ha cambiado de nombre; de ahí que el PAN sea considerado como el de mayor antigüedad. Ricardo Anaya está a tiempo de evitar males mayores a su partido, su ambición del poder por el poder, debe subordinarla a los intereses colectivos de su partido y de la nación. De lo contrario todo indica que lleva directamente al precipicio a su partido, dada la inusitada fortaleza que ha adquirido Morena –Amlo- y que al PRI jamás deben darlo por muerto; estos dos frentes se verán fortalecidos si no baja su ambición de ser, a como de lugar, el candidato de su partido a la Presidencia de la República. Los nubarrones se ciernen sobre el PAN y Anaya y su grupo son los únicos que pueden evitar el desastre electoral, tal y como les sucedió en el Estado de México. Así llegan a su 78 aniversario los panistas.

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